IA: El lado oscuro que EE.UU. empieza a reconocer (y te afecta)

Redacción Cuyo News
7 min
Cortito y conciso:

La expansión de la inteligencia artificial dispara la construcción de centros de datos en EE.UU., pero un informe de la Casa Blanca y estudios recientes alertan sobre los riesgos para la salud asociados a la contaminación que generan. Se debate la ubicación estratégica y la necesidad de priorizar zonas con buena calidad del aire para minimizar el impacto.

El lado oscuro de la inteligencia artificial: ¿pagaremos con nuestra salud la revolución tecnológica?

La fiebre por la inteligencia artificial (IA) desató una carrera desenfrenada por construir «centros de datos», esa infraestructura indispensable para que toda esta movida funcione. Más allá de los avances chinos con DeepSeek, que prometen modelos más eficientes, la administración de Donald Trump planea invertir unos impactantes 500.000 millones de dólares en cuatro años para blindar el suministro energético de estos gigantes tecnológicos. Pero esta expansión a gran escala pone a prueba la red eléctrica estadounidense, que busca soluciones como la autorización de «reactores nucleares de bolsillo».

Pero ojo, que el problema no termina en el «voraz consumo energético y de agua» o en la «generación de cada vez más basura electrónica». Ahora, la propia Casa Blanca reconoce que la producción de IA puede afectar directamente la salud de la gente.

### El reconocimiento oficial: ¿un primer paso o una simple formalidad?

Una de las últimas medidas del ex presidente Joe Biden, la orden ejecutiva «Avanzando el liderazgo de EE. UU. en la infraestructura de la IA», admite implícitamente que estos centros de datos tienen efectos nocivos para la salud. Aunque Trump no la revocó (a diferencia de aquella que buscaba reducir los riesgos de la IA “para la ciudadanía y la seguridad nacional”), el documento facilita la construcción de estas infraestructuras, considerándolas «estratégicas», y garantiza el suministro energético necesario, incluso nuclear si hace falta.

Lo polémico está en los requisitos que se establecen para las nuevas ubicaciones: suelo adecuado, respeto por la fauna y recursos culturales, proximidad a redes de alta tensión… ¡Y un detalle no menor!: «Ubicación dentro de áreas geográficas que no están en riesgo de incumplir de manera persistente los Estándares Nacionales de Calidad del Aire Ambiental, y donde el riesgo total de cáncer debido a la contaminación del aire es igual o inferior al promedio nacional».

«La orden ejecutiva reconoce por primera vez el impacto en la salud pública de los centros de datos», señala Shaolei Ren, profesor de la Universidad de California en Riverside. «Aunque es probable que la orden se modifique o revoque, el reconocimiento explícito de la disminución de la calidad del aire y el aumento de las tasas de cáncer pone de relieve el riesgo inmediato de los centros de datos de IA».

### La factura oculta: ¿cuánto nos cuesta la IA en términos de salud?

Ren, junto a otros colegas, está elaborando un estudio sobre el costo económico y humano de las enfermedades relacionadas con la contaminación de estos centros. Los culpables: gases tóxicos como el óxido nítrico y las partículas PM2,5, liberados durante la generación de electricidad. Estos gases provienen tanto de las centrales eléctricas que los alimentan como de los generadores de respaldo. Las cifras que maneja Ren son alarmantes: entre 2019 y 2023, la factura sanitaria de la IA osciló entre 17.000 y 29.000 millones de dólares, causando al menos 1.100 muertes prematuras.

Según Ren, el problema no es que los centros de datos sean más contaminantes que otras industrias, sino su «tasa de crecimiento» y la «aparente ignorancia» sobre la contaminación que generan. «Es bien sabido que los coches contaminan, y, precisamente por eso, hay regulaciones estrictas para controlar y reducir los gases que expulsan. Pero los centros de datos están creciendo a un ritmo tan vertiginoso que en 2028 superarán las emisiones de todo el parque móvil de California incluso si le añadimos 35 millones de vehículos».

¿Y qué dice la administración Trump? Nada concreto, pero algunas señales son claras. No revocó la orden de Biden, lo que sugiere que no rechaza su contenido. Además, el nuevo director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), Lee Zeldin, presentó una iniciativa llamada «Impulsando el gran regreso de Estados Unidos», donde destaca el “aire limpio” como prioridad para “proteger la salud de las personas y el medio ambiente”, garantizando que los centros de datos de IA “puedan alimentarse y funcionar de forma limpia con energía fabricada en Estados Unidos”. Según Ren, en este contexto, «limpio» parece referirse a bajas emisiones de contaminantes atmosféricos.

## Centros de datos: ¿dónde y cómo construirlos para minimizar el impacto?

Un dato clave: más de la mitad de los centros de datos en EE. UU. en 2028 serán de colocación, es decir, instalaciones que alojan datos de terceros. A diferencia de los centros de las grandes tecnológicas, estos «se suelen ubicar en zonas urbanas con alta densidad de población», subraya Ren. «Esos centros de datos, así como los especializados en IA, que tienen una demanda de energía mucho mayor que el resto, y las instalaciones que tengan poblaciones a sotavento, son los que tendrán más impacto en la salud».

La propuesta es clara: priorizar proyectos en lugares con buena calidad del aire y bajas tasas de cáncer por contaminantes atmosféricos, para no agravar la desigualdad en salud pública.

Siguiendo este esquema, un estudio reciente analizó las ubicaciones de los centros de datos de Meta en EE. UU. y concluyó que, realizando el entrenamiento de los modelos en zonas de bajo impacto sanitario, se podría reducir la factura sanitaria en un 30%. La pregunta es si las grandes tecnológicas estarán dispuestas a sacrificar eficiencia y costos en pos de la salud pública. Veremos si esta nueva era de la inteligencia artificial será un avance para todos, o si una vez más, el progreso tecnológico tiene un precio demasiado alto para algunos.

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