Inversión circular en IA: ¿Nace una burbuja o un nuevo oligopolio tech?

Redacción Cuyo News
9 min
Cortito y conciso:

Grandes tecnológicas como Microsoft (a través de OpenAI), Amazon y Nvidia están inmersas en un esquema de inversiones circulares masivas, moviendo miles de millones de dólares entre sí para asegurar infraestructura y potenciar la inteligencia artificial. Esta estrategia, aunque antigua, alcanza volúmenes inéditos y genera un fuerte debate: ¿es una burbuja a punto de estallar, un camino hacia un oligopolio, o la inevitable evolución del sector? Mientras las alarmas suenan por despidos masivos y una posible concentración del poder, las empresas minimizan los riesgos y auguran una era de nuevos empleos, dejando la incertidumbre sobre quién pagará la factura de esta revolución.

El gran circo de la inteligencia artificial, con sus promesas de un futuro deslumbrante, no deja de asombrar, pero también de generar serios interrogantes. En una jugada maestra que bien podría ser guion de una serie de suspenso económico, los gigantes tecnológicos parecen estar enfrascados en una coreografía financiera de proporciones bíblicas. Microsoft, el mismo que participa en OpenAI, destina 38.000 millones a Amazon Web Services (AWS) para garantizarse el acceso a su infraestructura. A su vez, Nvidia, otra pieza clave del rompecabezas, invierte 100.000 millones en la misma OpenAI. ¿Alguien más siente el olor a déjà vu?

Esta práctica, conocida como financiación circular o "del vendedor", no es precisamente una novedad en el manual de las multinacionales. Es un viejo truco para hinchar los números, expandir mercados y presentarse ante los inversores como la gallina de los huevos de oro. Sin embargo, lo que hoy vemos es la vieja receta pero con una escala que hace palidecer cualquier antecedente. Los volúmenes de inversión son inéditos, y lo curioso es que a este festival de miles de millones le siguen, casi en paralelo, anuncios de miles de despidos y la creciente sombra de una burbuja inminente o, peor aún, la creación de un oligopolio que controle el futuro de la inteligencia artificial.

El fantasma de la burbuja y los despidos masivos: ¿casualidad o causalidad?

Pedro Palos, catedrático de Economía Financiera de la Universidad de Sevilla, lo pone en blanco sobre negro: "Lo primero que se mira para ver el valor una empresa es la facturación y los especuladores consiguen con eso [la financiación circular] una imagen de mayor poder". Y añade con la crudeza que le da la academia: "Para avanzar como lo están haciendo necesitan grandes inversiones y, para lograrlo, engordan la magnitud y el volumen de negocio". Una descripción que suena más a artimaña contable que a un crecimiento orgánico y sostenido.

La preocupación no es un capricho de algunos académicos. Dos centenares de científicos no andan con chiquitas y le han enviado una carta a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, acusando a estas compañías de inflar las expectativas con un "lenguaje de marketing engañoso". El objetivo, según ellos, es claro: promover una burbuja con fines netamente comerciales. Kris Shrishak, del Consejo Irlandés de Libertades Civiles y motor de esta iniciativa, es lapidario: "En lugar de abordar eficazmente los daños [de la IA] y evitar que las empresas exploten a los trabajadores y roben el trabajo creativo, la presidenta está promoviendo la burbuja de la IA que sirve a estas empresas”. ¿La UE, en el fondo, haciendo de community manager de Silicon Valley?

Hasta el Comité de Política Financiera del mismísimo Banco de Inglaterra levanta la ceja, advirtiendo de "un riesgo creciente de corrección repentina" en el mercado. Hablan de "cuellos de botella" en la cadena de suministro y una carrera desproporcionada entre el desarrollo de modelos y la capacidad real de implementarlos. Una olla a presión, diría uno, que tarde o temprano tendrá que liberar vapor.

Y si de vapor hablamos, el que se libera con los despidos es aún más palpable. Mientras los miles de millones van y vienen en este juego de espejos corporativo, las grúas de los despidos no paran. Amazon ha recortado 14.000 empleos, 1.200 de ellos en España. IBM prevé un "porcentaje bajo, de un solo dígito" de su plantilla global de 270.000 personas, lo que de todos modos implica cientos de familias en la calle. Meta, 600 dentro de su unidad de IA. Chegg, un 45%. Salesforce, 4.000. UPS, una brutalidad de 48.000. Y la lista sigue, como una macabra actualización de un Excel. En nuestro pago, Telefónica ha convocado a los sindicatos para negociar un ERE para 5.000 empleados. Pratik Ratadiya, jefe de producto de IA Narravance, lo sentencia con frialdad: "Nos estamos quedando sin formas sencillas de asegurar más fondos, por lo que seguirá la reducción de costes". Y el costo laboral, se sabe, es siempre el primero en la lista.

La promesa de la IA: ¿más empleos o un club para pocos?

Claro, del otro lado del mostrador, los gigantes tecnológicos tienen su propia narrativa. Nishant Mehta, vicepresidente de Amazon, niega que la IA sea la culpable de los despidos en su empresa. Dice que tienen que ver con "cómo alcanzar las eficiencias adecuadas", una frase que siempre suena a eufemismo. Y con un optimismo casi evangelizador, asegura que "la IA va a crear muchos más puestos de trabajo al final". Una fe ciega en el futuro que, por ahora, no paga las cuentas de los recién despedidos.

Sri Elaprolu, director del Centro de Innovación de IA generativa de AWS, es más cauto, pero también optimista. "La naturaleza del trabajo va a cambiar", admite, citando la electrificación o el transporte como ejemplos de revoluciones pasadas. Su argumento es que la IA "libera tiempo para poder hacer un trabajo más importante y valioso", y que la clave es "continuar mejorando nuestras habilidades". Una visión que traslada la responsabilidad a los individuos y la sociedad, mientras la maquinaria de los despidos sigue en marcha.

Respecto al riesgo de oligopolio, ese temor fundado según Palos, los ejecutivos de Amazon también tienen una respuesta. Mehta lo rechaza de plano: "Creemos que hay espacio para que todos crezcan, así que no consideramos que esto vaya a ser una cosa de un jugador y dos jugadores. Esta industria va a ser masiva". Elaprolu va más allá, diciendo "todo lo contrario", y argumentando que la misión es "brindar al cliente las capacidades adecuadas".

Así las cosas, mientras la maquinaria financiera sigue su compleja danza de inversiones circulares y los cerebros de la IA prometen un mundo mejor, la realidad nos deja con un panorama dual: una avalancha de capital y un mar de despidos. ¿Será que estamos ante una burbuja diseñada para concentrar poder y riqueza en unas pocas manos, o es el doloroso pero inevitable parto de una nueva era? El tiempo, y sobre todo, la evolución de los balances y las nóminas, tendrán la última palabra. Por ahora, el debate está abierto, y es uno que nos conviene, a todos, seguir de cerca.

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