Kit Digital: el oscuro negocio de los «regalos» a autónomos y pymes.

Redacción Cuyo News
14 min
Cortito y conciso:

El programa europeo Kit Digital, una inyección de 3.400 millones de euros para digitalizar pymes y autónomos en España, ha desatado un festival de picaresca y presuntos fraudes. Anuncios millonarios prometiendo «ordenadores gratis» camuflaban un esquema donde intermediarios manipulaban clientes, ofrecían servicios de baja calidad o inexistentes, y hasta se detectaron casos de reventa de equipos o uso de «representantes voluntarios» para desviar fondos. Miles de afectados denuncian falta de control y la transformación de una buena idea en un coladero de dinero público, con el fantasma de los timos acechando y una próxima convocatoria en 2026 ya descartada.

“Además te llevas un ordenador gratis, las ayudas están a punto de agotarse”. Esta promesa, multiplicada por 8.343 variantes solo en TikTok y vista por 1,4 millones de españoles, sonaba demasiado buena para ser verdad. "Me llevé un Mac como este, totalmente nuevo y sin pagar un solo euro", o "Puedes conseguir el iPhone 17 Pro o un MacBook Air, totalmente gratis y legal. ¿Te suena a trampa? No lo es", rezaban otros reclamos en Instagram y Facebook. El festival de regalos, claro, tenía un origen: el Kit Digital, una megasubvención europea para autónomos y pymes que, con sus 3.400 millones de euros, prometía la digitalización.

Pero lo que se pintaba como una oportunidad, rápido se desdibujó en un laberinto de viveza y posibles desvíos. Hasta 1.000 euros para un ordenador y 2.000 para servicios digitales eran la carnada. Un programa que repartió 858.000 ayudas, pero que, a la luz de las denuncias, dejó varios agujeros por donde se escapó no se sabe cuánto. Intermediarios con clientes fantasma o duplicados, autónomos a los que los servicios nunca llegaron o se les asignaron sin su consentimiento, y hasta ordenadores “gratis” de la Administración vendidos sin abrir en Wallapop, son solo algunas postales de este derroche.

¿Cuánto dinero público se esfumó por este coladero? Imposible cuantificar, dicen. Miles de afectados claman en plataformas digitales sobre posibles timos. Red.es, el organismo encargado, ha guardado silencio sobre la cantidad de quejas, y los damnificados, para variar, no vieron mecanismos de control eficientes. La patada inicial para 2026 ya fue cancelada, un indicio de que algo, y no precisamente pequeño, falló estrepitosamente.

No todo fue un fiasco, claro. Miles de pymes lograron, efectivamente, mejorar su digitalización. "Es una buena idea porque he estado en varios países trabajando y nos llevan una ventaja brutal en maduración digital, no podemos quedarnos tan atrás", reconoce Javier Martínez Ruiz, empresario de Albacete y creador del foro "Afectados Kit Digital" en Telegram. Pero el programa, a su juicio, se desvirtuó: "A la gente no hay que venderle el regalo, hay que venderle el programa". Una máxima que, en la práctica, se olvidó con demasiada facilidad.

La burocracia, la ambición y la picaresca se cocinaron juntas para enturbiar los resultados. Una denuncia colectiva de ocho personas ya espera en los juzgados, otras en comisarías. Cientos de damnificados en Facebook, servicios que nunca llegaron o que se hicieron "rápido y mal con IA". Y sí, la imagen más cruda: ordenadores "regalados" por el Estado, ofrecidos en Wallapop. "Me lo regalaron por el kit digital, pero no me interesa, prefiero una torre", reza un anuncio, graficando la paradoja del "beneficio" público.

El kit ofrecía varios segmentos de subvenciones. El más tentador: 3.000 euros, con 1.000 para un ordenador y 2.000 para servicios digitales (una web mejor, una pasarela de pago, una mejor presencia en redes, mejores resultados en Google). Todo autónomo, lo necesitara o no, podía pedirlo. "Muchísima gente ha pedido el ordenador porque pensaba que al menos se llevaban algo", explica Martínez Ruiz. El incentivo perverso de lo "gratis" hizo su trabajo, desviando el foco del objetivo real.

Los autónomos, si querían el botín, debían recurrir a los "agentes digitalizadores", empresas autorizadas por el Gobierno. Más de 11.000 fueron aprobadas. Pero las condiciones, la facturación requerida y la burocracia se convirtieron en un muro para los pequeños. "Era imposible sobrevivir si no te metías en el kit digital. En un momento empecé a ver que mis clientes de siempre me pedían el kit. Si no lo hubiera ofrecido, se habrían ido con otro", confiesa una empresaria que prefiere no dar su nombre. Una verdadera encerrona para el que quería seguir en el juego.

La descripción de un grupo de Facebook con 861 afectados por el kit, resume la bronca: "Este grupo se creó como un grupo de reivindicación y apoyo a pequeñas empresas, autónomos y freelance del sector de la digitalización que veían peligrar sus negocios por la brutal competencia desleal que trajo el kit digital, en el que grandes empresas y sin experiencia real acaparaban todo el mercado". Un claro reflejo de la distorsión que generó el programa.

El rol (dudoso) de los intermediarios en la digitalización

Aquí es donde el esquema se complejiza. Empresas como Ayuda Digitalización, nacida en 2022, se presentaron como "solución", intermediando en el papeleo a cambio de una cuota mensual. Útil, sí, pero el negocio iba por otro lado: captar más autónomos que no hubieran oído hablar del kit, seduciéndolos con los espejitos de colores de los "ordenadores gratis" y "servicios regalados". Una verdadera cacería de subvenciones.

No pedir la subvención era "perder dinero". Y para esos intermediarios, dejar a gente con aptitudes digitales sin vender sus servicios también era imperdonable. Yolanda Mejías, experta en SEO, fue contactada por Ayuda Digitalización y empezó a colaborar con ellos. Empezó bien, con "clientes de calidad".

Pero la cosa se torció. "Al principio sí que eran clientes de calidad y fue bien; pero luego hice una compra de 30, con tres de regalo, y fue horrible porque me daban clientes que o no eran reales, o eran ilocalizables o, directamente, no querían el kit digital. Y luego, no me los querían reponer con verdaderos clientes", relata Mejías. La sospecha: sobreventa de clientes, promesas vacías. "Te dan clientes que van rotando, que no los quiere nadie. Han llegado a tantísima gente que ya se les ha acabado el repertorio y te daban clientes que no estaban ni siquiera dados de alta", sentencia Mejías, quien ahora reclama cerca de 30.000 euros en su denuncia.

Otros tres afectados, que prefieren el anonimato por "temor a represalias", confirman el modus operandi. "Era el caramelito más jugoso, imagina que te dicen: ‘Te vendo un cliente por 200 euros y te va a reportar 2.000’. ¿Quién no compraría eso?", dice otro de los empresarios afectados. La promesa del dinero fácil se convirtió en pesadilla. "A mí lo que me deben son unos 2.000 euros, pero hay gente a la que la tiene muy pillada con muchísimo más dinero. Para un pequeño autónomo 10.000 euros igual es más de la mitad de un año, o se lo pagan o tiene que cerrar", agrega, dibujando la cruda realidad de quienes cayeron en la trampa.

Los problemas con la gestión de Ayuda Digitalización van más allá del fraude. Retrasos "enormes" en responder mensajes, falta de claridad en las comisiones y pagos, acusaciones de esconder reseñas en Google Maps y supuestos cambios de sede. Una entidad, al parecer, creada a la velocidad de la luz para pescar en río revuelto. "Como yo compré muchos clientes, una vez se me juntaron siete, así que tuve que pagarles 1.480 euros en un mes y luego estaba meses sin cobrar absolutamente nada. Era una ruina, llegó un momento en que ya no podía seguir", cuenta Mejías. El dinero a cuenta, una soga al cuello para los pequeños. La empresa, consultada, optó por el silencio.

Estos pequeños autónomos saben que la lucha es desigual. "No son ningún tiburón, pero se aprovechan de que van a por pequeños autónomos que saben que al final no van a hacer nada. Igual te han timado y qué vas a hacer. ¿Vas a perder no sé cuántos cientos o miles de euros para recuperar otros miles de euros?", se lamenta uno de los empresarios afectados. Un cálculo frío que demuestra cómo la impunidad se alimenta del desánimo.

De la ilusión digital a los servicios fantasma y la calidad dudosa

Más allá de los intermediarios, está la calidad de los servicios. Emma, creadora de contenidos de Barcelona, cayó en la red. "Una amiga me dijo: ‘¿Sabes que a los autónomos les están dando ordenadores? Necesitas uno, debes presentarte’", recuerda. A pesar de su reticencia inicial por el papeleo, lo hizo. Le aconsejaron una empresa que estaba en Canarias y que Emma prefiere no revelar para que le acaben el trabajo pendiente. Ella, que no necesitaba web, pidió una cuenta de Instagram. El resultado: "Las imágenes que me pasaron eran pocas y estaban hechas con IA. Las hicieron muy rápido, todas muy marrones, parecidas".

Emma fue tirando con eso, pero en seguida vio que no era suficiente para lo que necesitaba. Mientras tanto, la empresa canaria había desaparecido. No contestaban a sus mensajes y pasaban las semanas. Si no cumplía con el proyecto, la administración le pediría devolver el ordenador, como una espada de Damocles. Al final le mandaron un mensaje escueto, pero sigue pendiente de la conclusión. Una historia común en la plataforma de afectados de Facebook: "docenas de personas quejándose por los servicios recibidos de empresas distintas, por la falta de atención o de esmero". Servicios que, en la vida real, jamás costarían los 2.000 euros que pagaba la administración. Otro agujero por donde se escurre el dinero.

Los «representantes voluntarios»: el fraude silencioso

Y luego, el capítulo más oscuro: los "representantes voluntarios". La Administración permitió que la gente no solicitara sus kits por su cuenta, sino que recurriese a esa figura. ¿El resultado? Casos de empresas que, con una firma, se erigen en representantes de autónomos que, literalmente, no sabían lo que firmaban. "Me contactó una empresa para el kit digital, asegurándome que se podía hacer para dos asociaciones que presido. Firmé digitalmente el documento de autorización de esa empresa como mi representante voluntario y desde entonces no he tenido noticias de ellos", narra un afectado en Facebook.

La jugada es simple y brutal: si una empresa consigue la firma para ser representante voluntario, es quien presenta la subvención en nombre del destinatario del kit; y, al ser concedida, hay casos detectados en los que esa empresa hace como que la ha ejecutado y se queda con el dinero, sin que el verdadero destinatario se entere de nada. El autónomo, mientras tanto, en la más absoluta ignorancia. Hasta que llega la declaración del I.R.P.F. del año siguiente, y en sus datos fiscales, sorpresa: figura que ha cobrado la subvención. Un golpe bajo que apenas empieza a salir a la luz y cuyo alcance es, por ahora, incalculable. La picaresca española, financiada con fondos europeos, parece haber encontrado un nuevo y sofisticado campo de juego.

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