En una sesión maratónica que culminó en las primeras horas de este jueves, la Cámara de Diputados de la Nación otorgó media sanción al Presupuesto 2026 y al proyecto de Inocencia Fiscal. El texto legislativo, que representa el primer plan de gastos e ingresos de la gestión de Javier Milei —tras dos años de prórrogas del ejercicio 2023—, fue enviado al Senado para su tratamiento definitivo.
Para alcanzar la aprobación en general, La Libertad Avanza articuló una coalición heterogénea que incluyó al PRO, la UCR, el MID y diversos bloques vinculados a mandatarios provinciales. Entre estos últimos destacaron los representantes de Elijo Catamarca (Raúl Jalil), Independencia (Osvaldo Jaldo), Innovación Federal (Salta y Misiones), además de los diputados que responden a los gobernadores de Neuquén, Santa Cruz y los dos representantes de Producción y Trabajo de San Juan, alineados con Marcelo Orrego.
El revés en la votación en particular
A pesar de la victoria en términos generales, el oficialismo experimentó un duro traspié al momento de discutir el articulado específico. El bloque libertario no pudo derogar las leyes de emergencia en discapacidad y de financiamiento universitario, un objetivo central del Poder Ejecutivo. Al tratarse el polémico artículo 75, una parte sustancial de los aliados leales en la votación general optó por el rechazo.
El tablero arrojó 123 votos en contra frente a 117 a favor, sellando la caída de ese capítulo. Esta derrota parlamentaria fue motorizada por la negativa de sectores de Provincias Unidas (Córdoba y Santa Fe), legisladores de Catamarca, Tucumán y Salta, sumado a una Unión Cívica Radical que votó dividida. La caída de este artículo también arrastró consigo otros puntos sensibles que el Gobierno buscaba reformular, como la coparticipación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y partidas destinadas al Poder Judicial.
Proyecciones macroeconómicas bajo la lupa
El Presupuesto aprobado por la Cámara Baja establece una hoja de ruta económica basada en metas que la oposición ha calificado como «poco realistas». Entre los puntos principales se destacan:
- Crecimiento del PBI: Se estima una expansión del 5%.
- Inflación: El proyecto prevé una desaceleración drástica hasta alcanzar el 10,1% anual.
- Tipo de cambio: El Gobierno proyecta un dólar a $1.423 para diciembre de 2026.
- Resultado fiscal: Se busca un superávit primario del 1,5% y un financiero del 0,2%.
Desde los sectores de Fuerza Patria, Encuentro Federal y la Izquierda, se insistió en que las previsiones son de cumplimiento improbable, señalando especialmente la inconsistencia de proyectar un dólar que finalizaría el próximo año por debajo de los valores actuales de mercado. El debate ahora se traslada a la Cámara Alta, donde los gobernadores volverán a tener un rol preponderante en la negociación final del texto.
<p>La Cámara de Diputados otorgó media sanción al Presupuesto 2026 y al proyecto de Inocencia Fiscal tras una extensa sesión. A pesar del respaldo de bloques aliados y gobernadores, el oficialismo sufrió un revés en la votación en particular: no logró derogar las leyes de emergencia en discapacidad ni de financiamiento universitario. El proyecto, que proyecta una inflación del 10,1%, fue girado al Senado.</p>
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
En una de esas madrugadas del Congreso donde el café tiene gusto a derrota y las bancas parecen potros de tortura, el oficialismo logró sacar adelante el Presupuesto 2026, pero con el sabor agridulce de quien festeja un cumpleaños y se olvida de comprar la torta. Resulta que los libertarios, en un rapto de optimismo antropológico, intentaron pasar la podadora por las leyes de discapacidad y universidades, pero terminaron chocando de frente contra un bloque de aliados que, a la hora de la verdad, decidieron que el ajuste es mejor si lo paga otro. Fue un espectáculo dantesco de aritmética parlamentaria donde los gobernadores jugaron al «te doy el quórum pero te saco el banquito», dejando al Gobierno con una media sanción que se parece bastante a un queso gruyere: llena de agujeros y con un olor que no convence a nadie.
Lo más tierno de la jornada fueron las proyecciones macroeconómicas, que parecen escritas por un guionista de ciencia ficción con problemas de ansiedad. Imaginar una inflación anual del 10,1% para el 2026 es, como mínimo, un ejercicio de fe que haría quedar a los monjes tibetanos como unos escépticos recalcitrantes. Según el texto aprobado, el dólar terminaría el año que viene por debajo de su precio actual, una teoría económica que desafía no solo la gravedad, sino la historia argentina desde la época del virreinato. Al final, el tablero marcó 123 votos en contra para el capítulo que intentaba manotear fondos de universidades, demostrando que podés tener las fuerzas del cielo de tu lado, pero si en la Tierra no te dan los números, lo único que se eleva es la presión arterial de los jefes de bloque.
La sesión fue un desfile de lealtades líquidas donde el PRO y la UCR se dividieron más que herencia de familia mal llevada. Los gobernadores mandaron a sus diputados con el manual de «Cómo ser oficialista de día y opositor de madrugada», logrando que el artículo 75 volara por los aires junto con las esperanzas libertarias de coparticipar la alegría. Al cierre de la función, el oficialismo se llevó su primer Presupuesto bajo el brazo, pero con el costo político de haber intentado ajustar a los sectores más sensibles. Ahora la pelota pasa al Senado, ese lugar donde los proyectos de ley entran como leones y suelen salir como gatitos con sueño, mientras la realidad económica mira los números de Milei y se pregunta si el 10% de inflación es una meta o el código de área de alguna provincia remota.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
En una sesión maratónica que culminó en las primeras horas de este jueves, la Cámara de Diputados de la Nación otorgó media sanción al Presupuesto 2026 y al proyecto de Inocencia Fiscal. El texto legislativo, que representa el primer plan de gastos e ingresos de la gestión de Javier Milei —tras dos años de prórrogas del ejercicio 2023—, fue enviado al Senado para su tratamiento definitivo.
Para alcanzar la aprobación en general, La Libertad Avanza articuló una coalición heterogénea que incluyó al PRO, la UCR, el MID y diversos bloques vinculados a mandatarios provinciales. Entre estos últimos destacaron los representantes de Elijo Catamarca (Raúl Jalil), Independencia (Osvaldo Jaldo), Innovación Federal (Salta y Misiones), además de los diputados que responden a los gobernadores de Neuquén, Santa Cruz y los dos representantes de Producción y Trabajo de San Juan, alineados con Marcelo Orrego.
El revés en la votación en particular
A pesar de la victoria en términos generales, el oficialismo experimentó un duro traspié al momento de discutir el articulado específico. El bloque libertario no pudo derogar las leyes de emergencia en discapacidad y de financiamiento universitario, un objetivo central del Poder Ejecutivo. Al tratarse el polémico artículo 75, una parte sustancial de los aliados leales en la votación general optó por el rechazo.
El tablero arrojó 123 votos en contra frente a 117 a favor, sellando la caída de ese capítulo. Esta derrota parlamentaria fue motorizada por la negativa de sectores de Provincias Unidas (Córdoba y Santa Fe), legisladores de Catamarca, Tucumán y Salta, sumado a una Unión Cívica Radical que votó dividida. La caída de este artículo también arrastró consigo otros puntos sensibles que el Gobierno buscaba reformular, como la coparticipación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y partidas destinadas al Poder Judicial.
Proyecciones macroeconómicas bajo la lupa
El Presupuesto aprobado por la Cámara Baja establece una hoja de ruta económica basada en metas que la oposición ha calificado como «poco realistas». Entre los puntos principales se destacan:
- Crecimiento del PBI: Se estima una expansión del 5%.
- Inflación: El proyecto prevé una desaceleración drástica hasta alcanzar el 10,1% anual.
- Tipo de cambio: El Gobierno proyecta un dólar a $1.423 para diciembre de 2026.
- Resultado fiscal: Se busca un superávit primario del 1,5% y un financiero del 0,2%.
Desde los sectores de Fuerza Patria, Encuentro Federal y la Izquierda, se insistió en que las previsiones son de cumplimiento improbable, señalando especialmente la inconsistencia de proyectar un dólar que finalizaría el próximo año por debajo de los valores actuales de mercado. El debate ahora se traslada a la Cámara Alta, donde los gobernadores volverán a tener un rol preponderante en la negociación final del texto.
En una de esas madrugadas del Congreso donde el café tiene gusto a derrota y las bancas parecen potros de tortura, el oficialismo logró sacar adelante el Presupuesto 2026, pero con el sabor agridulce de quien festeja un cumpleaños y se olvida de comprar la torta. Resulta que los libertarios, en un rapto de optimismo antropológico, intentaron pasar la podadora por las leyes de discapacidad y universidades, pero terminaron chocando de frente contra un bloque de aliados que, a la hora de la verdad, decidieron que el ajuste es mejor si lo paga otro. Fue un espectáculo dantesco de aritmética parlamentaria donde los gobernadores jugaron al «te doy el quórum pero te saco el banquito», dejando al Gobierno con una media sanción que se parece bastante a un queso gruyere: llena de agujeros y con un olor que no convence a nadie.
Lo más tierno de la jornada fueron las proyecciones macroeconómicas, que parecen escritas por un guionista de ciencia ficción con problemas de ansiedad. Imaginar una inflación anual del 10,1% para el 2026 es, como mínimo, un ejercicio de fe que haría quedar a los monjes tibetanos como unos escépticos recalcitrantes. Según el texto aprobado, el dólar terminaría el año que viene por debajo de su precio actual, una teoría económica que desafía no solo la gravedad, sino la historia argentina desde la época del virreinato. Al final, el tablero marcó 123 votos en contra para el capítulo que intentaba manotear fondos de universidades, demostrando que podés tener las fuerzas del cielo de tu lado, pero si en la Tierra no te dan los números, lo único que se eleva es la presión arterial de los jefes de bloque.
La sesión fue un desfile de lealtades líquidas donde el PRO y la UCR se dividieron más que herencia de familia mal llevada. Los gobernadores mandaron a sus diputados con el manual de «Cómo ser oficialista de día y opositor de madrugada», logrando que el artículo 75 volara por los aires junto con las esperanzas libertarias de coparticipar la alegría. Al cierre de la función, el oficialismo se llevó su primer Presupuesto bajo el brazo, pero con el costo político de haber intentado ajustar a los sectores más sensibles. Ahora la pelota pasa al Senado, ese lugar donde los proyectos de ley entran como leones y suelen salir como gatitos con sueño, mientras la realidad económica mira los números de Milei y se pregunta si el 10% de inflación es una meta o el código de área de alguna provincia remota.