Meta y las gafas inteligentes: la ambiciosa visión de Zuckerberg se topa con la realidad

Redacción Cuyo News
5 min

Durante una conferencia sobre beneficios celebrada este verano, Mark Zuckerberg, CEO de Meta, lanzó una profecía digna de Nostradamus tecnológico: los que no usen gafas inteligentes con IA, preferentemente las de su firma, sufrirán una "desventaja cognitiva bastante significativa". La declaración, audaz como siempre, resonó en el ambiente como un manifiesto futurista… hasta que la realidad le dio un tortazo.

El último intento de Meta por demostrar la capacidad de su plataforma de computación facial para mejorar la vida humana resultó ser un fiasco con sabor a déjà vu. La presentación de las nuevas gafas inteligentes, durante la conferencia de desarrolladores Connect, se convirtió en una comedia involuntaria.

Cuando un chef, valiente él, subió al escenario para pedirle al asistente de voz de las gafas Meta que lo guiara en una receta, pronunció las palabras mágicas: "Hey Meta". El resultado fue digno de un sketch de Les Luthiers: todas las gafas presentes en la sala, como una legión de loros robóticos, se activaron simultáneamente, entonando un coro de instrucciones culinarias ininteligibles.

Andrew Bosworth, director de tecnología de Meta, salió al ruedo tras el papelón para explicar lo inexplicable: la saturación del servidor, esa excusa universal de la era digital, había sido la culpable. Pero la cosa no quedó ahí: una demostración por videollamada también besó la lona, y las que lograron sobrevivir lo hicieron a duras penas, plagadas de retrasos e interrupciones.

Este desastre en vivo, lejos de ser un simple tropiezo tecnológico, parece un fiel reflejo del estado actual de la IA en dispositivos portátiles. "El principal problema es la cantidad de veces que te pones en contacto con un asistente de IA, le pides que haga algo y no lo entiende", resume Leo Gebbie, director y analista de CCS Insight, con una precisión que duele. "El riesgo de fracaso es alto, y la brecha entre lo que se muestra y lo que realmente se va a conseguir sigue siendo bastante grande".

El Futuro en la Cara (¿o un Ladrillo?)

Zuckerberg imagina un futuro donde las gafas inteligentes son la plataforma informática que elevará a la humanidad a un estado superior de pensamiento y funcionamiento. La idea, digna de una película de ciencia ficción de serie B, tiene su atractivo, claro. Pero la torpeza de la demostración de Connect dejó en claro que, por ahora, llevar un chatbot y una pantalla en la cara puede anular cualquier ventaja cognitiva. Más que un avance, las gafas inteligentes parecen encaminadas a generar una "desventaja social significativa".

¿Moda o Molestia?

Las gafas de Meta, admitámoslo, son lo mejorcito que se puede encontrar en el mercado actual. Su diseño, mucho más estilizado que los esperpentos anteriores como las Google Glass, es un punto a favor. La alianza con EssilorLuxottica, dueña de Ray-Ban y Oakley, ha hecho maravillas por el aspecto visual de los productos. Los nuevos modelos Meta Gen 2 de Ray-Ban, de hecho, se asemejan bastante a unas gafas comunes y silvestres.

El Dilema del «Engorde Tecnológico»

Pero cuando uno empieza a añadir funciones de "mejora de la cognición", la cosa se complica. La tecnología, inevitablemente, engorda. Y ahí es donde las gafas inteligentes empiezan a perder la batalla del estilo. Las pantallas Meta de Ray-Ban, por ejemplo, permiten ver Instagram Reels, sí, pero son grandes, gruesas y, seamos honestos, de un aspecto ridículo. El futuro, al parecer, viene con sobrepeso.

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