El uso excesivo de celulares, especialmente entre adolescentes que pasan hasta seis horas diarias con el móvil, genera problemas físicos como tendinitis, dolores en cuello, hombros, y fatiga visual. Además, podría estar alterando la interacción entre el cerebro y los pulgares, aunque los expertos señalan que la evolución física por el uso del celular es poco probable.
La adicción al smartphone: ¿Estamos pagando un precio físico demasiado alto?
La escena es cotidiana: adolescentes, y no tan adolescentes, con la mirada fija en la pantalla del celular, deslizándose sin cesar entre redes sociales y aplicaciones. Un promedio de seis horas diarias, dicen algunos estudios, aunque hay quienes viven digitalmente hasta por diez horas. Pero, ¿a qué costo? ¿Es el pulgar, ese gran aliado de la evolución, la primera víctima de esta obsesión tecnológica? Algunos expertos ya hablan de “WhatsAppitis”, otras dolencias más allá del pulgar, mientras que otros se preguntan si el cerebro se está reconfigurando a golpe de pantalla táctil.
“El uso constante del móvil genera posturas inadecuadas”, sentencia Jonatan Alonso Morte, fisioterapeuta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. Una realidad que se traduce en sobrecarga de tendones, músculos, huesos, articulaciones y nervios de los dedos. María Martín Jiménez, fisioterapeuta, ya está viendo las consecuencias entre los más jóvenes: problemas en la articulación trapeciometacarpiana del pulgar por el abuso de móviles y consolas.
El pulgar, ¿la nueva víctima de la era digital?
Pero no se trata de un problema exclusivo de adolescentes. «Cuando a cualquier persona le toco el músculo que hace la separación de los dedos, lo tiene cargado, y eso suele ser de estar todo el tiempo con el móvil”, comenta otra fisioterapeuta. Roberto Ucero, experto en mano y extremidad superior, explica que el pulgar, acostumbrado a “hacer pinzas”, ahora se mueve libremente, sin esa fijación, lo que puede desencadenar patologías por sobreuso. Daniel Paulino Nogueira, fisioterapeuta, coincide y añade que móviles grandes y pesados, teclear rápido y no hacer pausas son factores de riesgo. “Sobre todo generando un tipo de tendinopatía en los músculos que abren el dedo y lo alejan del centro de la mano”.
Las recomendaciones, por ahora, son de lo más obvias: descansar del móvil cada 30 minutos, fortalecer los músculos, evitar agarrar el celular con demasiada fuerza y mantenerlo a una altura cómoda. David Cecilia López, traumatólogo, sugiere usar el índice o el corazón para teclear y apoyar el móvil en la palma de la mano. Si vas a estar mucho tiempo escribiendo, dicen ellos: usa la computadora, envía audios o utiliza el dictado por voz. ¿Soluciones del siglo pasado para un problema de hoy?
Cervicales dobladas y ojos cansados: el cuerpo también sufre
Pero los pulgares no son los únicos que sufren. Contracturas, dolores cervicales y dorsales son comunes por mantener la cabeza inclinada hacia delante. “Acaban desarrollando una cifosis”, advierte Martín, explicando que la curvatura de la columna se vuelve mayor y puede ser difícil de corregir. Morencia aconseja evitar encorvarse y apoyar los codos sobre una superficie. Paulino advierte: «La peor postura es aquella que mantenemos mucho tiempo».
Los ojos tampoco escapan de esta vorágine digital. Ana Belén Cisneros del Río, vice decana del Colegio de Ópticos Optometristas, explica que el aumento de la miopía entre jóvenes se debe tanto a factores genéticos como al uso excesivo de la visión de cerca. ¿La solución? Colocar el celular a 40 centímetros de distancia, buena iluminación y la regla 20-20-20: cada 20 minutos, mirar algo a seis metros durante 20 segundos.
¿Y el cerebro? ¿Se está reconfigurando?
Yang Wang, profesor de radiología, afirma que el uso prolongado del smartphone podría alterar la interacción entre el cerebro y los pulgares. Douglas A. Parry, psicólogo, explica que comportamientos frecuentes pueden provocar cambios en la corteza somatosensorial del cerebro. Aunque aclara que esto no es exclusivo del uso del móvil y se observa también en quienes realizan otras actividades repetitivas.
Además, Wang advierte sobre posibles efectos negativos en la función cognitiva, el aprendizaje y la memoria. Por su parte, Parry señala que estas conclusiones suelen ser correlacionales y no causales, y que dependen de factores individuales. En cuanto a si las habilidades cognitivas cambian, Parry concluye que los móviles pueden fomentar estrategias para gestionar la atención y la memoria, pero que estos cambios son más bien adaptaciones que alteraciones fundamentales.
¿Evolución o simple adaptación?
Para tranquilidad de muchos, no hay estudios que respalden que el uso constante del móvil vaya a cambiar la anatomía de los pulgares, las manos o la postura. “La idea de que los móviles podrían impulsar cambios evolutivos en el cerebro es, en el mejor de los casos, especulativa”, asegura Parry. José-Miguel Carretero Díaz, catedrático en Evolución Humana, explica que no hay presión de selección que obligue al pulgar a cambiar, de hecho, “a la velocidad que penetra la tecnología de las comunicaciones en la sociedad, seguro que en no mucho tiempo ni usaremos las manos para comunicarnos a través de dispositivos móviles”.
En resumen, la tecnología nos facilita la vida, pero el exceso puede salir caro. ¿Será que un día nos despertemos con pulgares más grandes o cerebros cableados de otra forma? Por fortuna, parece que no. Por ahora.