El estudio, publicado por la American Psychological Association, analizó datos de casi 300.000 niños de menos de 10 años a través de 117 investigaciones. El objetivo: entender la relación entre pantallas y salud emocional en la infancia temprana.
Los resultados fueron contundentes: el uso excesivo de pantallas a los 5 años se asocia con mayores problemas socioemocionales a los 7 años. Es decir, cuanto antes se inicia el uso intensivo, más fuerte es el impacto negativo a futuro.
El círculo vicioso digital
Uno de los hallazgos más relevantes es que los niños con dificultades emocionales tienden a refugiarse en las pantallas, lo que a su vez profundiza sus problemas. Se genera así un círculo vicioso: cuanto peor se sienten, más dependen de los dispositivos, y cuanto más los usan, más se aíslan de su entorno real.
No es solo el tiempo, es lo que hacen frente a la pantalla
Los investigadores destacan que no basta con limitar el tiempo frente a las pantallas: hay que entender qué tipo de uso se hace. En niños menores de 10 años, los videojuegos aparecen como el factor más preocupante. “El gaming fue lo que más llamó la atención en términos de impacto negativo”, afirmó la investigadora Roberta Pires Vasconcellos.
Género y edad: impacto desigual
El estudio también encontró que los efectos pueden variar según edad y género. Mientras que las niñas tienden a manifestar más ansiedad en los primeros años, los varones entre 8 y 10 años son más vulnerables al impacto emocional de los videojuegos. Esto sugiere que las estrategias de prevención deben adaptarse a estas diferencias.
¿Qué hacer entonces?
Más que quitar pantallas, los autores proponen entender el por qué del uso excesivo. “Es como tratar una fiebre sin preguntarse qué la causa”, graficó Pires Vasconcellos. El uso compulsivo puede ser síntoma de ansiedad, soledad o falta de vínculos. La clave estaría en acompañar emocionalmente a los niños y ayudarlos a desarrollar estrategias más saludables de gestión emocional.
